Fundador de Victoria

Fundador de Victoria
Comandante Bernardo Muñoz Vargas

lunes, 19 de octubre de 2015

Las Causas De La Guerra Del Pacifico

a)     Defectuosa delimitación fronteriza, entre las repúblicas de Chile y Bolivia.
b)    Difícil situación económica de las repúblicas de Bolivia y Perú.
c)     Explotación de riquezas por capitales Chilenos, en la zona cuyos limites no estaban bien precisados.
d)    Incumplimiento, por parte de Bolivia del tratado chileno-boliviano de 1874.
e)     Aspiraciones hegemonías de Perú en la región del pacifico sur.
f)   Confiscación de los bienes de las compañías mineras chilenas y remates de las      salitreras ordenado por el presidente de Bolivia general Hilarión Daza.
En ese entonces -1879-, la frontera de Chile llegaba hasta Tarapacá, por lo cual Antofagasta formaba parte del territorio boliviano. Más al norte, Arica e Iquique eran parte del Perú. A pesar de todo esto, la riqueza salitrera que cubría el suelo antofagastino era explotada por capitales extranjeros, fundamentalmente chilenos.
Precisamente un año antes que comenzara la Guerra del Pacífico el presidente boliviano Hilarión Daza había impuesto a la mayor productora de salitre, la firma chilena Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta, un impuesto de diez centavos de peso boliviano por cada quintal embarcado del producto. Con ello, no sólo quebrantaba los tratados firmados con Chile en 1866 y 1874, sino que  demostraba claramente no querer buscar acuerdos pacíficos a los problemas presentes.
Inútilmente la cancillería chilena reclamó lo ilegal del acto boliviano, exigiendo el cumplimiento del tratado de 1874, en el cual Bolivia se había comprometido a no aumentar, durante 25 años los impuestos a "las personas, industrias y capitales chilenos que trabajasen entre los paralelos 23º y 24º".
Chile hizo ver que el cobro de ese impuesto implicaba la ruptura del tratado y que, por lo mismo, ellos podrían hacer valer sus antiguas reclamaciones territoriales. Estas consistían en que la frontera de Chile y Perú se había establecido en el río Loa (23º de latitud sur). Cuando se creo Bolivia, sus gobernantes estimaron conveniente tener salida al mar por lo que se establecieron en Cobija, territorio indiscutiblemente chileno, sin embargo Chile se mantuvo indiferente. Al descubrirse grandes reservas de guano y minas de oro plata y cobre; ante este hecho, Bolivia declaró tener posesión sobre toda la región hasta el paralelo 26º de Lat. sur. La empresa nacional, apoyada por el gobierno chileno, se negó a pagar el tributo que consideraba completamente ilegal. Sin embargo, el gobierno boliviano, que estaba decidido a seguir adelante, ordenó el remate de la compañía salitrera.
De esta forma, llegó el 14 de febrero de 1879, día que los bolivianos habían fijado para el remate de la empresa y fecha establecida para la ocupación por parte de las tropas chilenas.
           En esa mañana  de 1879 amanecieron anclados frente al puerto de Antofagasta parte de la flota nacional: el Blanco, el Cochrane y la corbeta O'Higgins. De ellos desembarcaron los hombres que, al mando del marino y futuro presidente de Chile don Jorge Montt, tomaron bajo su control la ciudad. Entre los ocupantes de la población (más del 90% era chilena) el coronel Sotomayor, al manejo de las tropas de tierra, avanzó en correctamente hacia la plaza Colón, lugar en que con caballerosidad ordeno al prefecto boliviano Severino Zapata a deponer las armas y rendirse.
Sin otra alternativa, Zapata y sus desarmados soldados partieron rumbo a Calama.
Chile no quería ir a la guerra, pero cuando quedó al descubierto que en 1873 Bolivia había firmado con el Perú un pacto secreto que los obligaba a respaldarse mutuamente ante "toda agresión del exterior", el ministro de Relaciones Exteriores chileno declaró que "la guerra es el único camino que nos queda".

En sesión secreta del Consejo de Estado algunos de sus integrantes, dudosos de las posibilidades chilenas en el conflicto, no se demostraron partidarios de éste. Sin embargo, el 2 de abril de 1879, el Presidente Aníbal Pinto declaró la guerra a Perú.

jueves, 15 de octubre de 2015

José Miguel Carrera, el prócer en el siglo XXI

Hoy se conmemoran 230 años del líder independentista, alguna vez considerado el Padre de la Patria. Figura polémica, nuevas publicaciones destacan paso por Argentina y su imagen heroica.

Pablo Marín 15 de octubre del 2015 

Más de un observador ha dicho, a propósito de enemistades y desencuentros políticos del Chile contemporáneo, que si carreristas y o’higginistas todavía no entierran el hacha, qué queda para el resto. Hace seis años, y empapado de un conciliador espíritu bicentenario, el Congreso Nacional creyó adecuado un abuenamiento: situó juntos, a la entrada del edificio, los bustos de José Miguel Carrera (1785-1821) y Bernardo O’Higgins (1778-1842), lo que en palabras del presidente del Senado, Andrés Zaldívar, era “un homenaje a quienes lucharon, desde sus distintas visiones, por la independencia de Chile, simbolizando de esta manera los valores de la unidad y el entendimiento”. Otro tanto ocurrió en 2010 en plena Alameda, a pasos de La Moneda, hasta donde fue transportada la estatua ecuestre de Carrera, para quedar junto a la de quien fue alguna vez subordinado y aliado, pero luego su némesis, se diría que hasta hoy.
Precisamente hoy, en que se conmemora el 230° aniversario de su natalicio, viene al caso preguntar por Carrera. Preguntar quién fue y quién es hoy en función de la imagen que de él se ha ido construyendo, de la evidencia acumulada, de la leyenda y de las ideas recibidas. Pero también, y sobre todo, de lo que en años recientes se ha descubierto, reflexionado y publicado. Porque en el siglo XXI hay aún novedades con el “príncipe de los caminos”, todavía objeto de polémicas y de ardorosas defensas, en particular de parte de los carreristas.
Ahora, más allá de las opiniones, es casi inevitable que éstas pasen por el tamiz de la visión mítica de la historia: la de los héroes fundadores y sus epopeyas. También cuesta no pensar a Carrera en función de O’Higgins. En lo que toca al público, la serie Bicentenario Héroes, de Canal 13 (2007), los tuvo frente a frente, encarnados respectivamente por Diego Casanueva y Julio Milostich. Ambos fueron candidatos también a Grandes Chilenos (TVN, 2008): Carrera llegó noveno; O’Higgins quedó fuera del Top 10.
Tal como lo ve Cristián Guerrero Lira, del Depto. de Historia de la U. de Chile, “la visión sacralizada de estos héroes terminó por imponerse, independientemente de la veracidad de los dichos respecto de ellos, o de la parcialidad desembozada que mostraban sus seguidores y también sus adversarios”.  Agrega que “no se puede comprender al uno sin el otro, tanto en lo político como en lo militar. Son una dupla historiográficamente consolidada. Hay similitudes en las metas, pero diferencias en los métodos: Carrera da cuatro golpes de Estado, O’Higgins no lo hace; militarmente, O’Higgins es más arriesgado y Carrera es más de dirigir tropas. Por otro lado, las metas políticas aparecen más claramente definidas en O’Higgins considerando, eso sí, que a Carrera le correspondió gobernar en una época (la Patria Vieja) en que la finalidad del proceso revolucionario no estaba tan definida. Lo claro es que tuvieron sus diferencias, y graves, y que ellas han sido tomadas por sus admiradores y exageradas a un nivel increíble”.
En diciembre próximo el propio Guerrero aportará al debate con la publicación, en la revista Historia 396 de la UCV, de un ensayo en el que examina el rol que le cupo a José Joaquín de Mora en la construcción de la imagen heroica de Carrera. El jurista español dio en 1828 el discurso fúnebre tras repatriarse desde Mendoza, por iniciativa estatal, los restos de Carrera y de sus hermanos Juan José y Luis (fusilados, como él, pero en 1818). Sin mencionar a O’Higgins, Mora describió a Carrera como un iniciado en el “arte sublime” de “prever de lejos las necesidades que se han de desarrollar en lo futuro”. Consigna también Guerrero que en 1921, para el centenario de su muerte, Arturo Alessandri presentó sus respetos “a la memoria del hombre que más hiciera por la causa de la libertad”.
“Metamorfosis fascinante”
Hay quien le atribuye a Diego Barros Arana la “mala prensa” de Carrera. En su Historia General de Chile (1884-1902), reconociendo “la gallardía de su figura” y “la belleza de su rostro”, el autor afirma que ya en su primera juventud, antes de que su padre lo enviase a España, “el fuego violento de su alma y el conocimiento de su propio valer y del prestigio de su familia, lo habían hecho altivo, arrogante e indócil a someterse a las consideraciones sociales”. Y plantea que ese aspecto condiciona y explica su conducta posterior.
Varias décadas más tarde el historiador inglés Simon Collier diría que su intervención en la Patria Vieja fue “desastrosa”. Por su parte, Alfredo Jocelyn-Holt habla de un Carrera que es revolucionario porque su tiempo lo es: un caudillo moderno, dueño de un personalismo carismático. Y Gabriel Salazar habla de él y de sus hermanos como los introductores de un militarismo “cesarista”.
Pero la visión del personaje sigue en marcha y en 2012 lo hizo desde el otro lado de los Andes. La historiadora Beatriz Bragoni publicó en Buenos Aires José Miguel Carrera, un revolucionario chileno en el Río de la Plata 1814-1821, donde considera el contexto amplio e incierto en el cual le tocó vivir, particularmente tras dejar Chile, para no regresar, después del desastre de Rancagua (1814). En la obra da un cariz “rioplatense” a una figura que participa de la vida política y militar en lo que llegaría a llamarse Argentina, y cuestiona ciertas visiones asumidas por la historiografía chilena.
La idea fue, señala Bragoni, “abandonar supuestos historiográficos basados en juicios morales, y también dejar en suspenso el peso de los nacionalismos territoriales en la etapa de las independencias”. Agrega: “Mi interés por Carrera era analizar su trayectoria revolucionaria completa, lo que me condujo a identificar las variaciones de su perfil político en el tiempo y en el espacio; de esa forma, el Carrera que lideró el proceso revolucionario en Santiago y en su puja con Concepción, y el que es fusilado en la plaza de Mendoza en 1821, dan cuenta de una fascinante metamorfosis política que devela la manera en que la emigración y la marginación de la conducción revolucionaria radicalizó su posición e identidad política”.

Fuente :La Tercera

domingo, 16 de agosto de 2015

EL "Leucotón" y la "Janequeo"

El Mercurio, Sábado 15 de agosto de 2015

Señor Director: 

Hace 50 años y en circunstancias climáticas muy similares a las del fin de semana pasado, una fuerte marejada varó al patrullero "Leucotón" en la bahía de Manquemapu, al oeste de Purranque, mientras buscaba protección luego de una falla; su tripulación quedó a salvo en la playa. Las primeras evaluaciones confirmaron que sería muy difícil desvarar al "Leucotón", que tras 50 años aún está en el mismo lugar; sin embargo, el mando naval envió una flotilla de rescate, al mando del jefe de la Partida de Salvataje, comandante Claudio Hemmerdinger. Se comisionó a un remolcador de alta mar, la "Janequeo", y dos naves auxiliares, la "Casma" y el "Cabrales", para efectuar la maniobra de desvaramiento, pero las malas condiciones del lugar, la falta de medios y los errores de la improvisación dejaron a la "Janequeo" inutilizada y sin propulsión en un fondeadero peligroso, a la espera de un nuevo rescate, que luego de varios días no llegó a tiempo. El varamiento del "Leucotón" y el naufragio de la "Janequeo" en agosto de 1965 costó la vida a 52 marinos, quienes se encontraban en la maniobra de rescate del primero y que fueron sorprendidos por un fuerte temporal el día 15 en la bahía Manquemapu, mientras la "Janequeo" se encontraba fondeada y sin capacidad de maniobra por tener su único propulsor fuera de servicio. De una dotación de 74 marinos de la "Janequeo", 51 de ellos dieron su vida en el cumplimiento del deber; destacan el cabo Leopoldo Odger, que dio su vida rescatando a sus compañeros, y un valiente marino del "Leucotón", el marinero Mario Fuentealba, que entregó su vida rescatando a cuatro hombres, y que ha sido el único miembro de las Fuerzas Armadas en recibir dos distinciones "Al Valor". En esta trágica misión se vieron actos de heroísmo y de entrega colectivo que pocas veces se dan en la historia; no solo el marinero Fuentealba se inmoló por sus compañeros, también lo hizo el cabo Leopoldo Odger, el radiotelegrafista Mena, que permaneció en el puente con el capitán Léniz, y el comandante Hemmerdinger y otros varios que se mantuvieron en sus puestos. No menos destacable es el ejemplo de cinco oficiales de marina, los guardiamarinas Hugo Hromic y David Tapia, el subteniente Félix Nieto, el capitán de corbeta Marcelo Léniz, comandante de la "Janequeo", y el capitán de fragata Claudio Hemmerdinger, comodoro de la flotilla y jefe de la Partida de Salvataje, quienes junto a sus tripulantes dieron su vida tratando de salvar su buque y de rescatar a sus camaradas. En tiempos en que muchos demandan sus "derechos", esta conmemoración de 50 años nos recuerda los más altos valores patrios, con un ejemplo contemporáneo de heroísmo, entrega y "Cumplimiento del Deber", que debe guiar a las nuevas generaciones de marinos. 


miércoles, 15 de julio de 2015

Tragedia de la Escampavía "Janequeo"

TRAGEDIA MARITIMA DE LA ESCAMPAVIA "JANEQUEO",
CALETA LLIUCO - BAHIA SAN PEDRO (Manquemapu, costa de Purranque), 15 DE AGOSTO DE 1965






Diario La Tercera, 16 de agosto de 1965

“Setenta y un tripulantes de la escampavía 'Janequeo', de la Armada Nacional, se dan desde ayer por desaparecidos en el mar y presumiblemente muertos, cuando la nave se estrelló contra unos roqueríos, mientras trataba de zafar al patrullero 'Leucotón', varado en un lugar denominado Caleta Lliuco, a la cuadra de la ciudad de Osorno... En la operación, el cable de remolque se enredó en la hélice y el barco quedó sin propulsión en medio de una mar gruesa y un violento temporal de viento y lluvia. La nave fue lanzada contra unos roqueríos, quebrándose en dos de sus palos y el casco se abrió al estrellarse contra la roca.
La tragedia se consumó en apenas 40 minutos, y junto con desaparecer el barco bajo las aguas, sus 71 tripulantes se fueron con él, presumiéndose con fundada razón que todos hayan perecido”.









Rodolfo Otto Vila, único sobreviviente de la tragedia
(extremo derecho)


Los restos del Leucotón yacen enterrados entre la arena y
el mar de la zona de Manquemapu, en la costa de Purranque




Tragedia de la escampavia “JANEQUEO”

(www.mardechile.cl, 10 de Agosto de 2009)

El día l5 de agosto de 1965, mientras cumplía maniobras para auxiliar al patrullero “Leucotón”, varado en Caleta Lliuco, en Bahía San Pedro, al sur de Corral, naufragó la escampavía “Janequeo” de la Armada de Chile, luego de cortarse las cadenas de sus anclas y quedar inmovilizada al enredarse un cable de remolque en su hélice manteniéndose a la deriva hasta su trágico final. El buque era sometido a grandes vaivenes y sobre sus cubiertas caían toneladas de agua producto de olas de 15 metros.

A bordo, presintiendo la tragedia, su comandante, el Capitán de Corbeta, Marcelo Leniz Bennett dirigía con serenidad y coraje el infausto destino de su buque en su ruta hacia el holocausto, observando como su nave era arrastrada irremediablemente hacia las rocas hasta estrellarse contra ellas en aterrador choque. Su única esperanza ante el conmovedor desenlace, era sino .librar su navío, al menos salvar a su tripulación

De esta manera la indefensa embarcación comenzó a golpearse con furia sobre los arrecífices mientras su estructura se despedazaba en cada bandazo. Alrededor de las 09:50 horas se quebró el palo mayor que cayó con estruendo , mientras el casco se partía, una piedra de las llamadas agujas penetró en el puente de mando matando al marinero Rigoberto Mena, e hiriendo de muerte al Capitán de Fragata Claudio Hemmerdinger Lambert jefe de la Partida de Salvataje.

En otro estrellón, el Capitán Leniz que no abandonó jamás su puesto de mando, en un gesto sublime que honra su memoria cedió su salvavidas a un joven marinero, para luego caer aturdido por un golpe sobre cubierta, mientras el buque se partía en dos. Perdieron la vida en el accidente, el Comandante Hemmerdinger, el Capitán Leniz, el subteniente, Félix Nieto Prats y los guardiamarinas Hugo Kromic Mayorga y cuarenta y dos hombres de su dotación.

El desastre elevó asimismo a la categoría de héroes en tiempos de paz al Cabo de Máquinas Leopoldo Odger Flores y al Marinero Mario Fuentealba Recabarren, quienes perecieron valerosamente en la acción, al rescatar a varios de sus compañeros desde las tenebrosas aguas:.Todos ellos conformaron un cuadro de honor que perdurará para siempre en las aulas de la Escuela Naval “Arturo Prat” y en la Escuela de Grumetes “Alejandro Navarrete Cisterna”, como un ejemplo para las presentes y futuras tripulaciones de la Marina de Guerra de Chile.

Testigos revivieron la tragedia13 de julio de 2003 diario austral Los trágicos acontecimientos del 15 de agosto de 1965 en la zona de Manquemapu, en la costa de Purranque, insertaron en la historia de la Armada Nacional uno de los hitos más sublimes en tiempo de paz, al perder a 55 de sus marinos en una verdadera debacle natural. Hechos que muy bien recuerda Juan Eligio Comigual, respetado patriarca de la localidad, quien fue testigo de la tragedia.

Y es que para detallar los hechos hay que, necesariamente, establecer que el resguardo y mantenimiento de la soberanía del país impone a los marinos entre otras responsabilidades, la misión de aprovisionamiento de faros. Y con ese objetivo salió el 1 de agosto de 1965 desde Talcahuano a Puerto Montt el Patrullero "Leucotón". El 2 de agosto lo sorprende una fuerte marejada del norte que obliga a su comandante, el capitán de corbeta Pedro Fierro Herreros, a dirigirse a Caleta Llico, para capear o protegerse del mal tiempo debido a una falla en una de sus máquinas. Cuando el buque fondeaba fue alcanzado por una ola gigantesca que lo desplazó cerca de 250 metros hacia la costa, varando en forma atravesada.

TRAGEDIA

La Segunda Zona Naval dispuso el zarpe de inmediato del escampavía Janequeo, remolcador de la clase Apache, para la maniobra de desvaramiento. Los hechos se suscitaron a las 16 horas del 14 de agosto, cuando se enredó el cable de remolque en la hélice de la Janequeo. Ante el inconveniente el jefe de la partida de rescate, capitán de fragata Claudio Hemmerdinger, hizo bajar buzos para cortar esa verdadera mordaza que inmovilizaba la nave. Los esfuerzos fueron estériles, pues la única alternativa era quitar el eje, cuestión que sólo era posible hacer en el dique. El comandante en jefe de la Segunda Zona Naval, dispuso el zarpe de dos buques, "Casma" y "Yelcho", pero no lograron ingresar a la bahía (Manquemapu), por las pésimas condiciones de mar y viento, con olas de hasta 15 metros. Ese día la Janequeo comienza a acercarse peligrosamente hacia la roca Campanario, y se golpea una y otra vez contra ella. Tras ello es ordenado abandonar el buque.

A las 9.20 horas del día 15, el casco se parte en dos y una de sus piedras tipo aguja, mata al marinero telegrafista Rigoberto Mena y fractura la pierna del comandante Hemmerdinger. Uno de los sobrevivientes se acerca al herido y le dice que se salve, pero su respuesta llena de orgullo a todo chileno: "No, sálvese usted y es una orden. Aquí estoy muy bien acompañado...". A su lado yacía muerto el marinero Mena y el capitán Léniz.

HEROISMO

Durante la tragedia del naufragio se vivieron muchas escenas de compañerismo, valentía, arrojo y heroísmo, sobresaliendo el coraje del Cabo de Máquinas Leopoldo Odger Flores (37), y del Marinero Mario Fuentealba Recabarren. Ambos se habían logrado salvar, sin embargo, acudieron en socorro de sus camaradas. Los antecedentes entregados por la Armada permiten configurar la acción sublime. Hoy el cabo Juan Espinoza Montiel, uno de los sobrevivientes de la Janequeo, se refiere a la hazaña: "Presencié como el cabo Odger era lanzado con violencia contra un mamparo, resultando herido en un ojo al estrellarse contra una mariposa de una puerta estaca. Sin embargo, aún tuvo energías para saltar a la roca, contra la que el buque se destrozaba. Allí nos encontrábamos cuatro compañeros, el cabo Odger, los marineros William Godoy, Zamorano y yo. Recuerdo que alguien me rescató cuando mis posibilidades de salvación eran nulas. Esa misma persona regresó a salvar a otro náufrago. Después supe por intermedio de Zamorano el nombre de ese valiente, era el cabo Leopoldo Odger, que murió en otro intento...".

El marinero Fuentealba, que salvó a tres de sus compañeros y enseguida murió, ya contaba con la "Medalla al Valor", cuando pertenecía al remolcador de alta mar "Huemul". Salvó a sus camaradas Arturo Alvarado, al teniente 2ø Guillermo Aranda, y al cabo Galvarino Contreras. El mar se lo llevó para siempre a los 21 años de edad. Como émulo del capitán Arturo Prat.

El dueño del Leucotón

Mesurado y con una clara convicción del trabajo, el empresario Víctor Wohlwend Hott, de 73 años, confirmó ser el dueño del Leucotón. En rigor lo es junto a un socio que no está en la zona, quien le ha dado todas las atribuciones para realizar en un tiempo mediato, las labores de desguace del antiguo barco licitado en 1972 por La Armada de Chile. "El fin esta señalado en una de las cláusulas de la compra, y es para la posterior venta por partes, y por ningún motivo para refaccionar o reflotar la embarcación", dijo.

Wohlwend contó que fue un amigo el que participó en el remate del Leucotón, junto al "Errázuriz", "Montenegro", "Huemul" y otros, en Valparaíso, y que la suma al cambio actual no superó 1 ó 2 millones de pesos. "El tuvo problemas económicos y nos ofreció este negocio que nosotros aceptamos. Por supuesto que tenemos todas las escrituras y documentos en regla, sin embargo, significa un alto costo realizar este proyecto", aseveró.

El Leucotón, de 75 metros de eslora, está semisumergido en la arena, la parte superior permanece en malas condiciones por efectos de la brisa marina. La parte inferior pareciera no estar dañada. Tiene dos motores de 2.500 Hp. y uno auxiliar de 450 Hp; y aproximadamente unos 100 mil litros de petróleo. "Cuando La Armada estuvo custodiando el barco -por dos años- inundaron la sala de máquina con petróleo para que quede bien protegida. Ahora con todos los años que han pasado no tengo seguridad, pero es muy posible que esos motores puedan recuperarse. Nunca hemos perdido la esperanza".

 
MARIO FUENTEALBA RECABARREN

(www.escueladegrumetes.cl
)






Nuestra Institución, la Armada de Chile, desde sus orígenes ha escrito páginas heroicas de imperecedera belleza, tanto en la guerra como en la paz, provocando el regocijo del ser nacional, y cuyo recuerdo, no sólo promueve el conocimiento de esos hechos en nuestra juventud, sino que, revitaliza los valores propios del hombre.

En esta oportunidad, deseamos tributar un sentido homenaje a un hijo de este puerto de Talcahuano y de nuestra Escuela de Grumetes, que en su alma de niño, al igual que muchos en el tiempo, sintió el llamado del mar, anidando en su corazón la convicción de realizarse como persona y como hombre a través de la noble carrera naval.

Nos referimos al joven Mario Fuentealba Recabarren que, siguiendo los impulsos de su destino, con grandes esperanzas y contento familiar, decidió servir en la Armada.

Nació en la ciudad de Talcahuano el 08 diciembre de 1943, en la calle Luis Uribe, sector Las Salinas de este puerto. Sus padres fueron el SOM (R) Juan Agustín Fuentealba M., funcionario del correo del Apostadero Naval y su madre, la señora Juana Recabarren.

De su familia fue el tercero de siete hermanos: Camilo, Eduardo, Mario, Gabriel, Aurora, Paulina y Leonel.

Mario Fuentealba Recabarren era una persona de aspecto muy frágil en lo físico, de 1,67 metros de estatura y 59,5 kilos de peso al ingreso de nuestra Escuela, según consta en las medidas antropométricas de su ficha médica.

Para ello, se preparó convenientemente. En cartas escritas de puño y letra dirigida al presidente de la comisión examinadora de candidatos para el curso para Aprendiz de Marinero, solicitaba ser admitido en el concurso de admisión para ingresar voluntariamente a la Escuela de Grumetes “...Por reunir los requisitos reglamentarios... y tener vocación para la carrera del mar...”.

Además el solicitante dejaba estipulado que contaba “...con el consentimiento de sus padres...”.

El capitán de Navío don Salvador Bassili Nápoli, quien se desempeñaba como Comisario de la II Zona Naval, acreditó la honorabilidad del joven postulante.

Cumpliendo con éxito este proceso de admisión, fue recibido como Aprendiz del Curso Acelerado de Marineros en 1959. Contaba a la fecha con 15 años de edad, una escolaridad de sexto año básico según certificado presentado por él, de la Escuela Nocturna Particular Nº 1 de la Sociedad de Socorros Mutuos Artesanos de Talcahuano ubicada en la calle Colón esquina Héroes de la Concepción.

Como aprendiz en nuestra Escuela perteneció durante el primer trimestre al curso “Bote” de la Quinta División, luego fue reasignado al curso “Ancla” de la Sexta División en los dos trimestres restantes. Su número de serie naval fue el T–1413.

Al cabo del primer semestre, en la Escuela de Grumetes, haciendo una evaluación de su rendimiento académico y militar, se decía de él: “...Es preocupado por sus obligaciones, puede superarse. Muy serio, respetuoso y leal...”.

El espíritu de cuerpo y el compañerismo fueron, desde el principio, sus rasgos más distintivos, los que con el tiempo fue enriqueciendo hasta ofrendar la vida por los demás.

Así, en el yunque forjador de la Escuela, se fue moldeando su carácter y espíritu, donde aprendió a amar y respetar el mar como el escenario natural donde el marino desarrolla su profesión y su vida.

Aprendió la historia y las tradiciones de nuestra Institución. Aprendió que ...”nuestra Patria ha forjado hombres cuyas acciones, en cumplimiento de su deber, los ha llevado a perpetuar su gesto en proyección en las páginas de nuestra historia, llenando textos que relatan la acción y el espíritu que los llevó a ofrendar sus vidas en el cumplimiento de lo que ellos consideraron sagrado...su deber”.

Ingresó al servicio con el grado de Grumete el 1º de abril de 1960. Fue destinado al Crucero “O’Higgins” con fecha 09 del mismo mes.

En 1961 fue ascendido a Marinero 2º, cumpliendo transbordo al remolcador de alta mar “Huemul”, el que efectuaba viajes de régimen entre la Isla Quiriquina y el Molo 500 en la base Naval de Talcahuano.

Su temple y espíritu de héroe ya quedó demostrado una fría noche de invierno cuando el viejo remolcador surcaba las agitadas aguas de la bahía de Concepción. Por efecto del fuerte oleaje, un sargento de la Armada cayó por la borda al mar. El Marinero Fuentealba instantáneamente se lanzó al agua para rescatar al infortunado.

Esta acción le valió el reconocimiento Institucional, haciéndose acreedor a la Medalla “Al Valor” el 21 de noviembre de 1961. Por su “...sobresaliente y decidida actuación al exponer su vida de propia iniciativa, sin considerar que era de noche y en invierno, al lanzarse al mar para salvar una persona que en estado inconsciente se encontraba en inminente peligro de perecer...”.

Esta acción le valió por sí mismo fijar su derrotero de abnegación y entrega suprema. Las almas nobles sólo esperan la ocasión para demostrarlo.

En 1963, vuelve a la Escuela de Grumetes, esta vez para cursar la Especialidad de Maniobras. Al obtener el Primer Lugar de su Curso, fue premiado con un transbordo al Buque Escuela “Esmeralda” el 10 de enero de 1964, durante ese año efectuó el viaje de instrucción por EE.UU, Canadá y todo el Océano Pacífico. El 1 de abril asciende a Marinero 1° (Mn. )

El 26 de diciembre de 1964, contrajo matrimonio con la señorita María Sandoval Cisterna, en la localidad de Carampangue, provincia de Arauco, De este enlace nació su único hijo, Mario Fuentealba Sandoval quien no alcanzó a conocer en vida al héroe ya que al momento de la tragedia su madre tenía 8 meses de embarazo.

En 1965, fue destinado al patrullero “Leucotón”, que mientras se dirigía de Talcahuano a Chiloé, a principios de agosto de ese año, a cumplir una comisión de reencendido de faros, fue sorprendido por un violento temporal, provocando el varamiento de esta nave en la traicioneras costas de la caleta “Lliuco”, en la bahía de San Pedro, al sur de Corral.

Aunque la situación era en extremo crítica, la tripulación del “Leucotón” tuvo la fortaleza y temple de espíritu para mantener a salvo su buque.

Al rescate del “Leucotón” acudieron las escampavías “Janequeo” y “Cabrales”, pero la marejada arrojó con fuerza al “Janequeo” contra las rocas. Era el día domingo 15 de agosto de 1965.
La tripulación del “Leucotón” veía impotente el espectáculo de cómo sus rescatadores se encontraban atrapados por la fuerza de la naturaleza, en estas difíciles circunstancias el comandante del “Leucotón” organizó una partida de salvamento de veinte hombres con todos los elementos necesarios para socorrer a sus compañeros. La idea, era tender un cable entre el “Leucotón” y el castillo de una ballenera varada en la playa, asegurarla bien y utilizarla como andarivel por el cual desembarcaría la patrulla; el propósito era ayudar desde tierra a los tripulantes de la “Janequeo”. Por supuesto el primero en presentarse como voluntario y realizar la maniobra fue nuestro héroe, el marinero Fuentealba, llegando a la costa con grandes esfuerzos.

El primero en deslizarse por el cable fue el cabo (Tp. ) Arturo Alvarado quien fue alcanzado por una corrida de furiosas olas y arrollado por el mar. Fuentealba se arrojó para salvarlo, en su trayecto a ambos lo tomó la corriente arrastrándolos entre sus aguas, logrando salir después de varios minutos de lucha a la rivera del río “Lliuco”, Fuentealba perdió el conocimiento y fue atendido por los lugareños que presenciaban la heroica acción desde la costa.

Mientras tanto, el “Janequeo” había desaparecido y el temporal irrumpía al máximo de su intensidad. Este es el instante supremo en el que el Marinero Fuentealba, una vez repuesto, decide poner su vida al rescate de sus compañeros. Avanzó hacia el sur hasta la playa vecina a la roca “Campanario”, lugar donde el mar arrojaba a los náufragos del ATF. “Janequeo” allí practicó respiración artificial al teniente 2° Guillermo Aranda Pinochet, salvándolo de una muerte segura. Su valentía y arrojo se manifestó en el gesto de introducirse peligrosamente en la fuerte rompiente, entre remolinos y resaca. Una y otra vez cruzó las olas, poniendo a salvo a tres de sus camaradas. Intentó un cuarto rescate, el del cabo Galvarino Contreras, tomó a su compañero lo puso a salvo pero una ola gigante se lo llevó para siempre.

El mar cobraba en su vida, las vidas que él había arrebatado. Su cuerpo fue el trofeo que el mar quiso guardar en su seno para siempre; su alma fue acogida por Dios.

El Marinero Fuentealba, al ofrendar su vida por sus compañeros de profesión, nos recordó que no hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Murió heroicamente. A la fecha contaba tan sólo con 21 años de edad.

Nuestra Armada perdió un hombre excepcional que hizo de su profesión, su vida; pero ganó un héroe, digno ejemplo para las generaciones venideras de marinos que tripulan nuestros buques, pero también es un ejemplo para nuestra juventud actual.

Por Decreto de la Dirección General del Personal de la Armada N° 1640/22 Varios de 15 de septiembre de 1965, acompañado del respectivo certificado de defunción, se da de baja del servicio de la Armada por la causal haber fallecido el día 15 de agosto de 1965 a consecuencia del naufragio del ATF. ”Janequeo”.

El Honorable Consejo Superior de la Defensa Nacional, en sesión celebrada el 04 de noviembre de 1965, acordó otorgarle la condecoración Medalla “Al Valor” , no obstante como al marinero Mario Fuentealba Recabarren (Q.E.P.D.) ya había sido distinguido con esta condecoración según acuerdo de este Honorable Consejo N° 78 de 21 de noviembre de 1961, correspondería otorgarle la roseta consistente en una “Estrella de Oro” de acuerdo al reglamento vigente en mérito de las reiteradas demostraciones de arrojo y heroísmo cumplidas en el salvamento de sobrevivientes, en el naufragio del ATF "Janequeo” en cuyo cometido perdió la vida.

Por Ley de la República N° 16.397, aprobada en el Congreso Nacional a iniciativa del Presidente de la República don Eduardo Frei Montalva y publicada en el Diario Oficial de 27 de diciembre de 1965 se confiere en forma póstuma y para todos los efectos legales y montepío el grado de Suboficial Mayor de la Armada.

Por Decreto Reservado de la Comandancia en Jefe de la Armada N° 1585/3 Varios de 09 de Julio de 1970 se declaró muerto en acto determinado del servicio.

Por Decreto Ley N° 918 publicado en el Diario Oficial del 28 de febrero de 1975, se le reconoce “Por Gracia”, un abono de diez años en la hoja de servicio por ser personal de la Armada fallecido a consecuencia del naufragio del ATF. “Janequeo”.

Su memoria estuvo vigente entre nosotros en el patrullero “Marinero Fuentealba” que prestó servicios por casi tres décadas, desde 1966 surcó las aguas australes de nuestro país. La madrina de esa nave fue la señora María Sandoval viuda de Fuentealba.

Su recuerdo está presente también en Valparaíso donde una calle de esa ciudad lleva su nombre.

El 15 de agosto de 1995, Talcahuano, su ciudad natal, bautizó una plazoleta con su nombre en el barrio que lo vio nacer, el sector Las Salinas y lo declaró “Hijo Preclaro de Talcahuano”, por la ofrenda de su vida en el cumplimiento de su deber.

En Legislatura 340ª, Ordinaria, Sesión 31ª, en Martes 17 de Agosto de 1999, la Cámara de Diputados de Chile rindió Homenaje a los fallecidos en el hundimiento de la escampavía “Janequeo”, con la intervención del Honorable Diputado Sr. Jorge ULLOA Aguillón.

En ella se propuso a la Corporación y al Alto Mando Naval un gesto de gratitud y de nobleza: estudiar y hacer posible, con el consentimiento de su familia, el traslado de los restos de Mario Fuentealba Recabarren desde el cementerio de Concepción hasta un mausoleo especial, que debería ubicarse en la isla Quiriquina, en un lugar de honor de la Escuela de Grumetes, para que nuestros próximos marinos aprendan de este Marinero de Maniobras, que servir a Dios, amar a Chile y dar la vida por los demás no sólo se recuerda, sino que se venera.

 
 
LEOPOLDO DAVID ODGER FLORES
(http://www.escueladegrumetes.cl/
)






Hijo de don David Odger y doña Doralisa Flores, nació el 09 de julio de 1928 en la ciudad de Coronel, octava región. Cédula de Identidad 314347 de la ciudad de Valparaíso. Posteriormente su familia se trasladó a la ciudad de Quilpué.

En el año 1948 efectuó su servicio militar obligatorio en el Regimiento de Infantería Nº2 “Maipo”, inscripción militar N° 904, licenciado el 31 de enero de 1949 con el grado de conscripto, con valer militar y conducta muy buena.

De contextura fornida 1,70 metros de estatura, se destacó en el ámbito deportivo, específicamente en el boxeo. Es debido a esa característica que fue incorporado a la Marina a participar de la selección naval de esa disciplina (según relato de la viuda).

El 1 de junio de 1950 es contratado en la Armada con el grado de Grumete (Mr. ) en la Escuela de Máquinas y Electricidad siendo destinado al acorazado “Almirante Latorre” y el año 1951, también el 1 de junio, asciende al grado de Marinero (Mr. )

El 26 de mayo de 1951, según certificado signado con el número 333, contrajo matrimonio con doña Emilia del Carmen Contreras Gárate en la ciudad de Viña del Mar, de cuyo enlace nacieron siete hijos: Erik, Doris, Erika, Emilia, David, Jorge, Leopoldo.

El 2 de marzo de 1953 fue destinado a la Escuela de Máquinas, donde efectuó con éxito el Curso Inicial de Máquinas. El 31 de diciembre fue nombrado Especialista en la Rama de Máquinas.

Durante los años 1954 y 1955 fue destinado al CL. “O’Higgins”. Durante todo el año 1956 participa de una comisión a Estados Unidos a bordo del CL “Prat”, regresando durante 1957 al CL “O’Higgins”. El 24 de enero de1957 cumplió transbordo al CL. “Prat”. Ese mismo año, el 31 de agosto, fue ascendido a Cabo (Mq.) y además fue nombrado Subespecialista en la Rama de Control de Averías después de realizar un curso en los Estados Unidos.

Hacia 1958 permanece en tránsito en la Escuela de Artillería y Torpedos, desde fines de ese año y hasta 1961 nuevamente es transbordado al CL. “Prat”.

En 1962 fue destinado a la Escuela de Ingeniería como instructor y ese mismo año fue transbordado a la AP. “Piloto Pardo”.

En 1963 fue destinado a la Escuela de Artillería y Torpedos y el 14 de agosto del mismo año es destinado al ATF. “Janequeo”.

El cabo de máquinas Leopoldo Odger Flores, quien había logrado salvarse del naufragio del “Janequeo”, estaba seriamente herido en un ojo por efecto de un fuerte golpe recibido a bordo y sin embargo, a pesar del cansancio impuesto por la dura prueba de vencer a la furia del mar y del viento, que azotó a su nave hasta destrozarla tratando con implacable dureza a quienes procuraron su salvación a nado, tuvo el suficiente valor, coraje y espíritu humanitario de acudir a auxiliar al cabo Juan Espinoza Montiel, quien, con muy pocas posibilidades de subsistir, debatíase casi exhausto en medio del furioso oleaje y la resaca.

El cabo Juan Espinoza Montiel se refiere a la hazaña: “...presencié como el cabo Odger era lanzado con violencia contra un mamparo, resultando herido en un ojo, al estrellares contra una mariposa de una puerta estanca. Sin embargo, aún tuvo energías para saltar a la roca contra la que el buque se destrozaba. Allí nos encontrábamos cuatro compañeros: el cabo Odger, el marinero William Godoy, el marinero Zamorano y yo. Fui testigo como el marinero Godoy, arriesgando su vida ayudaba a un compañero que se ahogaba a salir del agua. Pero pocos instantes después una ola gigantesca lo arrebató de la roca ante nuestra consternación. El cabo Odger propuso que nos lanzáramos al agua para tratar de alcanzar la orilla con su ayuda. Otra tremenda ola decidió por nosotros. No sé como llegué a la orilla pero si recuerdo perfectamente que alguién me rescató cuando mis posibilidades de salvación eran nulas. Esta misma persona regreso a salvar aotro náufrago. Sólo después supe por intermedio de Zamorano el nombre de ese valiente: el cabo Leopoldo Odger..."

En efecto, no satisfecho con salvar la vida de Espinoza y sin considerar para nada la herida de su cara, que le causaba increíbles sufrimientos por la acción salobre del mar que laceraba terriblemente su ojo maltratado, se lanzó nuevamente a las olas embravecidas, sin poseer salvavidas y sólo ayudado por unas aletas de hombre rana colocadas apresuradamente a bordo antes de arrojarse al agua por primera vez, para rescatar al marinero Osvaldo Calderón Mancilla, quien se hallaba en una desesperada situación y en peligro inminente de ahogarse.

Logró su cometido y, una vez más, con impresionante desprecio de su marcado agotamiento, se introdujo nuevamente al mar al observar un cuerpo que se agitaba angustiosamente en procura de la playa, con intención de rescatarlo. Pero esta vez los elementos embravecidos pudieron más que él y se cobraron la deuda de haberles arrebatado sus casi seguras presas, arrastrándolo irremisiblemente hacia la muerte, tenía 37 años de edad.

La dotación del ATF “Janequeo” al momento de la tragedia era de 78 miembros de la Institución de los cuales 27 sobrevivieron, 36 fallecieron habiéndose encontrado sus cadáveres y 15 desaparecidos, según consta en el oficio de la Subsecretaría de Marina N° 135 de fecha 15 de febrero de 1966.

El Cabo (Mq. CA. ) Leopoldo David Odger Flores, número de serie Q. 4455, se encontraba en la nómina de los fallecidos de ese trágico 15 de agosto de 1965. Su deceso se tipifica como Acto Determinado del Servicio a consecuencia del naufragio del ATF. “Janequeo” en la Caleta Lliuco, en bahía San Pedro, al sur de Corral.

Por Decreto de la Dirección General del Personal de la Armada N° 1640/22 Varios de 15 de septiembre de 1965, acompañado del respectivo certificado de defunción, se da de baja del servicio de la Armada por haber fallecido el día 15 de agosto de 1965 a consecuencia del naufragio del ATF. ”Janequeo”.

El Honorable Consejo Superior de la Defensa Nacional, a solicitud de la Comandancia en Jefe de la Armada, en sesión Nº 483 del 4 de noviembre de 1965, le concedió la Medalla “Al Valor” en forma póstuma, por los actos de espontaneidad y arrojo que efectuara para salvar a las víctimas del ATF “Janequeo” extrayendo del mar al Cabo (MQ. Mc.) Juan Espinoza Montiel y al Marinero (RD. CIC.) Osvaldo Calderón Mancilla, muriendo al pretender socorrer a más víctimas en medio de un furioso temporal.

Por Ley de la República N° 16.397, aprobada en el Congreso Nacional a iniciativa del Presidente de la República don Eduardo Frei Montalva y publicada en el Diario Oficial de 27 de diciembre de 1965 se confiere en forma póstuma y para todos los efectos legales y montepío el grado de Suboficial Mayor de la Armada.

La Armada, para mantener vigente el recuerdo de este héroe de la paz, asignó a una nueva unidad naval el nombre de patrullero “Cabo Odger”, bautizado en 1966 en Talcahuano (hoy dado de baja) y que contó con la asistencia del Sr. Ministro de Defensa Nacional. La madrina fue la señora Emilia del Carmen Contreras viuda de Odger.

Por Decreto Reservado de la Comandancia en Jefe de la Armada N° 1585/3 Varios de 09 de Julio de 1970 se declaró muerto en acto determinado del servicio a las 08.45 horas.

Por Decreto Ley N° 918 publicado en el Diario Oficial del 28 de febrero de 1975, se le reconoce “Por Gracia”, un abono de diez años en la hoja de servicio por ser personal de la Armada fallecido a consecuencia del naufragio del ATF. “Janequeo”.

Sus restos fueron despedidos en Valparaíso con todos los honores y solemnidad que ameritaba la ocasión en medio del recogimiento nacional. Al funeral asistieron las más altas autoridades del Gobierno Nacional y de la Armada, encabezaba el sepelio el Presidente de la República acompañado de su Ministro de Defensa Nacional.

La bandera que cubría el féretro fue entregado a su viuda. Sus restos descansan en el cementerio N° 3 de Playa Ancha en el mausoleo institucional de tripulación, bóveda N° 2, nicho 104.

 
 
Con misa recuerdan a valientes marinos

(www.mardechile.cl, 12 de Agosto de 2009)








Con una Misa que se oficiará a las 11.00 horas del próximo viernes 14 de agosto en el Centro del Personal en Retiro de la Armada de Chile “ La Esmeralda ”, situado en calle San Ignacio 286 de Santiago, se recordará la memoria del Cabo Leopoldo Odger Flores y del Marinero Mario Fuentealba Recabarren fallecidos heroicamente tratando de salvar la vida de sus camaradas en el dramático naufragio de la Escampavía “Janequeo” ocurrido el 15 de agosto de 1965, mientras realizaban maniobras para rescatar al patrullero “Leucotón” varado en la playa. La tragedia causó la muerte de 52 valerosos y distinguidos marinos a quienes se evocará asimismo, con especial reverencia. .

El Cabo Odger, de dotación de la “Janequeo”, ya salvo en tierra y a pesar de estar seriamente herido, regresó al embravecido mar para salvar a dos de sus camaradas, al intentar ayudar a un tercero, las fuerzas incontrolables de la naturaleza pudieron más que él y lo arrastraron en la vorágine, falleciendo a los 37 años de edad.

Por su parte el marinero Fuentealba, de dotación del patrullero “Leucotón” varado en la playa fue el primero en integrar una partida de salvataje para auxiliar a los marinos de la “Janequeo” que se debatían en las furiosas olas. En esta acción luego de rescatar a un tripulante de las aguas llegó en estado inconciente a la playa, siendo atendido por lugareños. Una vez repuesto Fuentealba decidió consagrar su vida a la de sus compañeros, logrando salvar a cuatro marinos, siendo arrastrado por la corriente en los momentos que puso a salvo al último de ellos. Falleció a la edad de 2l años.

En noviembre de l965, por disposición del Alto Mando Naval a ambos servidores se les concedió en forma póstuma, la Medalla “Al Valor”. No obstante como el marinero Fuentealba ya poseía tal distinción por una anterior hazaña se decidió otorgarle la Medalla “Al Valor” “Estrella de Oro”. Ese mismo año por decreto supremo se les concedió el ascenso al grado de Suboficial Mayor de la Armada.

El infausto acontecimiento será rememorado por la promoción de alumnos 1959 de la Escuela de Grumetes “Alejandro Navarrete Cisterna” a la cual pertenecía el marinero Fuentealba, recinto naval donde descansa en paz junto a su compañero de sacrificio el Cabo Odger,como un ejemplo al valor para las presentes y futuras tripulaciones de la Armada de Chile


Marineros héroes de la paz

(www.mardechile.cl, 6 de Agosto de 2007)

Los dramáticos momentos vividos por un grupo de valerosos marineros de la Armada de Chile el 15 de agosto de 1965 ante el naufragio de la escampavía “Janequeo”, quedó grabado para la historia por las ejemplares demostraciones de compañerismo, lealtad, valentía, arrojo y heroísmo que dio este personal ante el cruel desenlace de la tragedia que causó 52 muertes. Destacaron en estas acciones de salvataje el Cabo Leopoldo Odger Flores y el marinero Mario Fuentealba Recabarren.


El Cabo Odger, de dotación de la “Janequeo”, ya salvo en tierra y a pesar de estar seriamente herido, regresó al embravecido mar para salvar a dos de sus camaradas, al intentar ayudar a un tercero, las fuerzas incontrolables de la naturaleza pudieron más que él y lo arrastraron en la vorágine, falleciendo a los 37 años de edad.

Por su parte el marinero Fuentealba, de dotación del patrullero “Leucotón” varado en la playa, fue el primero en integrar una partida de salvataje para auxiliar a los marinos de la “Janequeo” que se debatían en las furiosas olas. En esta acción luego de rescatar a un tripulante de las aguas llegó en estado inconsciente a la playa, siendo atendido por lugareños. Una vez repuesto Fuentealba decidió consagrar su vida a la de sus compañeros, logrando salvar a cuatro marinos, siendo arrastrado por la corriente en los momentos que puso a salvo al último de ellos. Falleció a la edad de 2l años.

En noviembre de 1965, por disposición del Alto Mando Naval, a ambos servidores se les concedió en forma póstuma, la Medalla “Al Valor”. No obstante, como el marinero Fuentealba ya poseía tal distinción por una anterior hazaña se decidió otorgarle la Medalla “Al Valor” “Estrella de Oro”. Ese mismo año por decreto supremo se les concedió el ascenso al grado de Suboficial Mayor de la Armada.

Las hazañas de estos dos hidalgos de los mares fueron de tanta trascendencia para la historia de la. Marina y para la ciudadanía que dos de sus unidades llevaron sus nombres, cumpliendo en su época una brillante actuación al servicio de la seguridad nacional. Ambos héroes fueron sepultados con honores en la Escuela de Grumetes “Alejandro Navarrete Cisterna”, en la Isla Quiriquina, Base Naval de Talcahuano.

Manuel Chamorro Moreno
Suboficial (R) Armada