Fundador de Victoria

Fundador de Victoria
Comandante Bernardo Muñoz Vargas

miércoles, 3 de agosto de 2011

Fundación de Victoria - Más Antecedentes

Reseña Histórica de la comuna de Victoria y la comunidad Mapuche

"Inmersa en ese plan de construcción de fortificaciones fue que surgieron Victoria
y muchos otros pueblos del sector. Efectivamente, ésa fue la orden cuando en 1880 el
coronel Gregorio Urrutia se hizo cargo del Ejército Interventor, y comenzó a avanzar por el río Cautín. En medio del viaje, envió una expedición de reconocimiento al mando del teniente coronel Alejandro Larenas, con la orden de internarse en el río Traiguén. Éste, a su vez, delegó la orden de emplazar un fuerte en un sitio estratégico en la expedición adelantada al mando del sargento mayor Bernardo Muñoz Vargas. El 28 de marzo de 1881, se eligió el lugar, originando el Fuerte de Victoria."

Fuente: Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad de Chile.

miércoles, 15 de junio de 2011

ARAUCANÍA. SOBRE LA GUERRA DE FRONTERA Y EL MUNDO MILITAR


El ámbito en que le correspondió vivir y batirse a Bernardo Muñoz Vargas, durante el último cuarto del siglo XIX, fue el postrer lampo de un mundo indígena orgulloso, feroz e inconquistado, que venía luchando contra el blanco desde 1553. Lo hacía por su libertad, su tierra y la conservación de sus costumbres y modo de vida.

Los historiadores modernos están contestes en contabilizar diez grandes alzamientos mapuches durante el período que se ha convenido en denominar como “Guerra de Arauco”.
Lo hacen partiendo por la gesta memorable encabezada por Lautaro en 1553, y continuada por Caupolicán hasta 1557. Aquel alzamiento inicial en la “Conquista”, que nos relata en las vibrantes octavas reales de su “Araucana” el bardo Ercilla y Zúñiga.
Y culminan con los sucesos de 1881-83, que implicó la casi aniquilación de un pueblo, inhibiendo toda resistencia posterior.

Por mi parte, sin pretender sentar cátedra alguna, estimo en doce tales alzamientos trascendentes o señeros. Y descontando los ya citados primero y último de los citados episodios, los identifico así :

* La “ 2a Gran Rebelión” de 1561-65, con el liderato de Petegüelén, Loble, Millalelmo e Illangüelén.

* El alzamiento de 1569-75, con la actuación del mismo Millalelmo, unido a Longonabal y Pailacal.

* El largo período bélico 1578-98, protagonizado por el mestizo Alonso y otros toquis.

* Al que sigue sin pausa el exitoso alzamiento iniciado en 1598 por Pelantaru, que costó la vida al gobernador Oñiz de Loyola y obligó a la creación de un ejército permanente, el llamado primer “Ejército de Chile”. Distintos toquis que sucedieron a Pelantaru lograron prolongar esa guerra hasta 1617.

* Apenas trascurridos un par de años, registramos el encumbramiento y notable desempeño de los toquis Lientur, Butapichón y Quempuante, durante el sangriento período definido como “alzamientos de 1619-1640“.

* Y poco después, las letales correrías del Mestizo Alejo, a partir de 1659. Todo el sur de Chile quedó en llamas entonces, devastado, y la propia capital se vio amagada.

* Enseguida la rebelión llamada “de Misqui” en 1663.

* Vilumilla, a su turno, lideró la guerra de liberación en 1723-1726, a lo que siguieron los llamados “conatos” de 1759-1766.

* La rebelión de 1769 comandada por Taipilabquén y Cariñancu marcó el rumbo hacia un fin de siglo XVIII agitado y sangriento.

* La gran rebelión Huilliche de 1792 fue la antesala y dio paso, pocos años mas tarde, a la actuación del pueblo mapuche - mayoritariamente pro realista - en nuestra guerra de Independencia, culminando en 1818-1823 con la “Guerra Muerte“, en que las lanzas de sus mocetones tuvieran preponderante actuación.

Todo lo recordado conforma un período extenso y confuso, porque entre los citados doce alzamientos principales, corren otros cien menores o mas localizados, así como numerosos tratados, o “paces”, que procuraban poner término a un drama ya largo de dos siglos y medio.

En lo que nos empece como Chile republicano, a contar de 1818, el pueblo mapuche ocupaba en soberanía, de mar a cordillera, el acotado territorio que corre entre el Laja y los tributarios mas australes del Toltén. Había participado con entusiasmo, combatiendo mayoritariamente por el Rey de España, en la guerra de la Independencia, que históricamente definimos como “Campañas de 1813-14”, o Patria Vieja, y “Campañas de 1817-18”, o Patria Nueva.
Y sobre la marcha, sus lanzas se sumaron a la cruenta y salvaje “Guerra a Muerte” que ensangrentó el sur chileno hasta 1823 en una primera etapa. La joven república no fue capaz de emprender una labor de neutralización eficiente, y vemos al pueblo mapuche continuar su actividad bélica unido a los Pincheira y otras bandas, hasta que el general Manuel Bulnes, mediante una carnicería atroz, puso término a ese bandolerismo, y a los últimos coletazos de esa “Guerra a Muerte“, en las lagunas de Palanquén el verano de 1832.

Las profundas alteraciones que había significado al país la revolución ( o guerra civil, según Garfias) de 1829-30, que puso en Lircay fuera de combate al bando liberal o “pipiolo”, sumado al exigente compromiso de 1836-39 contra la confederación Perú Boliviana, implicaron dejar el sur entregado a sus habitantes originarios hasta terminado ese decenio.
Se estableció de hecho una “Frontera” intermedia, violada casi a diario por los “conas” como justificación guerrera y medio de vida. Y atropellada asimismo - mas sistemáticamente - por el colono chileno que intentaba, hacha en mano, posesionarse de sus riquezas.

La actuación del Ejército de Chile y sus “milicias” - cuerpos de paisanos puestos bajo bandera y alguna instrucción militar - mantuvo esa “Frontera” durante cuarenta años de guerra viva y real. Se resguardaba así el desarrollo de una vida civilizada - tal como la definimos hoy - al norte del Laja y del mundo mapuche.

Esa vida militar en la “Frontera”, plena de incidentes sangrientos, caracterizada por el rapto, el malón, la sorpresa, la emboscada y el golpe de mano sobre el ganado, en que la vida se jugaba a diario en el anonimato que implicaba la semi indiferencia del resto del país, formó soldados duros, astutos, sobrevivientes del rigor extremo, acostumbrados a la privación y al sacrificio.
Fue la dura escuela en que se templaron los jefes que, años mas tarde, nos permitirían enfrentar con éxito y vencer la artera trampa que nuestros vecinos del norte urdieran en 1873 y que vino a hacer crisis el recordado año 1879.
Intentaremos, en un próximo trabajo, recordar a algunos de esos militares, sus especiales dotes guerreras y sus éxitos.




Raúl Olmedo D.

viernes, 18 de febrero de 2011

Hermanos Vargas Pinochet, Héroes y Antepasados.


Miguel Huerta Marín

En crónica publicada anteriormente, narré la historia de la fundación de la ciudad de Victoria, en la Araucanía y la de su fundador, Comandante Bernardo Muñoz Vargas, mi bisabuelo.
Para hilar la siguiente historia, debo mencionar que esposa del Comandante Muñoz Vargas fue doña Julia Artigas y Vargas nacida en 1850 e hija de Catalina del Carmen Vargas y Pinochet y de don José Artigas.
Vale recordar que su tío, don Juan Antonio Vargas y Pinochet fue el comandante del Regimiento Chillán en la guerra contra Perú y Bolivia, héroe de la Batalla de Tacna (1880), donde, desmontado de su cabalgadura fue herido a bala y estuvo a punto de ser tomado prisionero junto con otros dos oficiales, uno de ellos, un capitán hijo del Presidente Pinto.
Don Juan Antonio nació en Chillán en 1814. Hijo de Juan Antonio Vargas y de Catalina Pinochet.
En 1827 ingresó al ejército como Cadete del Batallón “Carampangue” y fue herido en el combate de Chillán el 16 de septiembre de 1829. Luchó en la batalla de Lircay el 17 de abril de 1830 a las órdenes del General Joaquín Prieto y más tarde participó en la guerra contra la Confederación Perú Boliviana.
Luchó en la batalla de Portada de Guías en agosto de 1838 y en el combate de Piura el 30 de septiembre del mismo año. A bordo de una de las naves de la escuadra participó en el combate naval de Casma el 8 de enero de 1839. Durante la guerra civil de 1859 apoyó al gobierno de Manuel Montt y luchó en la batalla de Cerro Grande como Segundo Comandante del Batallón 7º de Línea. En esta acción fue herido de gravedad en el brazo y en el costado izquierdo y alcanzó el grado de Teniente Coronel.
Participó en la guerra contra España y en las campañas de la Araucanía.
Al estallar la guerra del Pacífico fue nombrado Comandante y organizador del Batallón Cívico “Chillán” y al mando de este cuerpo luchó en la batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880, en donde fue herido de levedad en la espalda. Falleció en Tacna debido a una pulmonía el 24 de noviembre de 1880.

Un hermano de don Juan Antonio, Rafael, combatió en la Batalla de Arica y se destacó por ser el jefe de un destacamento de caballería chileno que, con su acción, habría sido vital en el triunfo chileno, ya que capturó al ingeniero peruano que había diseñado el campo minado que defendía a los peruanos, la declaración del peruano permitió a los chilenos desactivar las minas. Así, en términos bastante chauvinistas, narra este episodio el historiador peruano Cástulo Martínez:
“Salvo unos pocos casos aislados, las minas no explotaron debido a que un destacamento chileno logró apresar precisamente al ingeniero peruano que había instalado la compleja red de minas, y éste entregó a los jefes chilenos--probablemente bajo presión insoportable--un plano con la localización de los terrenos minados. De esta forma afortunada, la mayor parte de las minas dejaron de representar peligro para los atacantes. El apresamiento y forzada colaboración del ingeniero peruano está bien documentado. Examinemos la evidencia.
Cuando el comandante Rafael Vargas Pinochet, al mando del escuadrón "Carabineros de Yungay Nº 8" y del "Cazadores", intentó cruzar el río en Chacalluta, el estallido de dos minas hirieron a cuatro soldados. el comandante Vargas relata cómo logró atrapar a los causantes de la explosión:
"Tomé a un paisano, al cual amenacé de muerte si no me indicaba [...] quienes habían sido los autores. Éste me dijo quienes eran. Despaché un piquete de tropa con la orden de traérmelos vivos o muertos. Mientras tanto, yo preparé ocho tiradores para fusilarlos en el acto y en el mismo sitio; media hora después me trajeron a dos jóvenes, un señor Elmore y otro Ureta. Elmore comprendió luego su situación, y me dijo que era ingeniero, que él había colocado esos torpedos y sabía el lugar donde estaban muchos más, por lo que desistí de fusilarlos".
Aunque resulte poco usual recordar a los antepasados, pienso que las actuaciones de los hermanos Vargas Pinochet y su trascendencia en nuestra historia, bien valen la pena ser mencionados, sin dejar de meditar que además de ellos, hay cientos de chilenos heroicos que no están precisamente en las páginas principales de la historia.